La guerra de las burbujas vista desde las trincheras

Jesús Rodríguez, junto con un magnífico material fotográfico de James Rajotte, publica en el País Semanal nº 2233 un excelente texto sobre las peripecias y acaeceres ocurridos en el Penedés en los últimos años, visto desde la perspectiva de  los productores de vinos espumosos, se apelliden como se apelliden.

Antes de seguir hagamos una clara exposición de intereses, ya que representamos y distribuimos a Raventós i Blanc desde hace años en Ciudad Real y provincia, lo que posiblemente nos reste algo de objetividad, o no, a la hora de aportar nuestro punto de vista de que ha supuesto todo esto en el día a día de la venta de espumosos y cavas.

La distribución y venta en España de vinos espumosos catalanes ha sufrido en los últimos años un duro revés con el auge del nacional-catalanismo y la respuesta de su simétrico, el nacional-españolismo, que aunque hace ya tiempo que tocó fondo, y que afectó, esencialmente a las referencias de primer precio que basaban su estrategia en poblar los lineales y dar la puntilla en las bodas.

 

Así está el patio

Las firmas de volumen restringieron sus equipos, recortaron sus presupuestos de inversión en el resto del estado español, y esto llevó a que distribuidores, que hacía décadas en las que basaban su negocio en estos vinos, buscaran productores alternativos fuera de Cataluña.

De todos modos, sus cuentas de resultados se resintieron seriamente.

 

El ex-presidente del F.C. Barcelona dándole al Moet Chandón en copa de plástico.

Como bien dicen en el artículo,» la tormenta perfecta«.

Los productores encontraron en el mercado exterior nuevos puntos de venta para compensar la caída del mercado interior. El distribuidor por el contrario, que durante años había hecho su mercado pacientemente, tuvo que ver como se esfumaba una parte sustancial de su negocio sin poderlo remediar.

En resumen, lo que provocó esta movida patriótica fue una perdida de puestos de trabajo e ingresos en el resto del estado español.

No fue en la misma medida en el caso de las marcas que por una razón u otra se habían diferenciado en un segmento más exclusivo y más exigente, creemos que por varias razones.

Al no estar su apuesta en el volumen, la caída cuantitativa es mucho menor.

El público consumidor, más maduro en conocimiento y preferencias, es menos influenciable por las soflamas de los tele predicadores de las esencias patrias.

Los que comercializamos estos vinos ya lo sabemos. Hemos aprendido a base de golpes que el discurso es distinto y que son defendibles per sé, transmiten paisaje y paisanaje, aportan valor a nuestros porfolios y a las cartas de nuestros clientes y transmiten placeres a sus consumidores.

Pero hay que contarlo.

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